Lo que hoy conocemos como plusvalía municipal nació bajo el nombre de “arbitrio sobre el incremento de valor de los terrenos”. El Real decreto que lo aprueba a se publica en la Gaceta de Madrid, diario oficial antecesor del actual Boletín Oficial del Estado, el 14 de marzo de 1919.
En un contexto histórico de crecimiento de población y éxodo del campo a las ciudades, el exceso de demanda de vivienda respecto a la oferta disponible se traduce en crecimiento de los precios de alquileres. En las principales capitales, especialmente en Madrid y Barcelona, se acometen planes de expansión. Los Ayuntamientos de las ciudades se ven obligados a realizar grandes inversiones en obras de urbanismo para ampliar el casco urbano. Son los conocidos como planes de ensanche, que Madrid y Barcelona tienen ya en marcha en el último tercio del siglo XIX.
Las tensiones financieras que sufren las arcas municipales hacen necesario que exista una fuente de ingresos para compensar los costes de urbanización. Puesto que la urbanización de un área supone automáticamente revalorización de sus terrenos, se estimó de justicia que sus propietarios contribuyesen con este nuevo arbitrio a su financiación.
Esta demanda de los Ayuntamientos tuvo finalmente reflejo en un proyecto de ley de 1910, que al igual que otros de 1915 y 1918 no llegaron a prosperar por la oposición de grandes propietarios.
Es con la aprobación de este Real Decreto que, en 1919, toma forma el gravamen sobre el incremento del valor de los terrenos urbanos. Al convertirse en una de las principales fuentes de financiación de los municipios, su existencia se consolida posteriormente, en el Estatuto municipal de 1924, en la Ley de Bases de 1945, en el Estatuto del Régimen Local de 1975, y en las sucesivas Leyes Reguladoras de Haciendas Locales de 1988, 2002 y 2004, actualmente en vigor.
Para ilustrar esta entrada ofrecemos la reproducción de La Gaceta de Madrid que publica la entrada en vigor del Decreto sobre plusvalía municipal.
Por último, como curiosidad, llama la atención un contenido que refleja la mentalidad de aquella época, de la que ha pasado más de un siglo. En cada ejemplar diario de La Gaceta de Madrid, como medio oficial de comunicación del gobiero y del reino, aparece el siguiente párrafo: